Lucerito alguna vez dijo palabras sabias: gracias a Dios es viernes.
Es comienzo de fin de semana, y entre las cosas que más pueden prenderme de la vida laboral, es este efímero tiempo donde todavía no decido si descansar como lagarto al sol o embriagarme hasta quedar inconciente como normalmente me gusta. Definitivamente me voy por lo primero, tengo planes para este fin gracias al patrocinio del trabajo de mi mujer. Ella trabaja en una editorial y parte de su trabajo es organizar congresos en donde se muestran los libros que venden. Pues este fin tiene que visitar un hotel en Querétaro para supervisar sus salones, instalaciones y restarurantes, y yo como soy un gorrón consumado, me le pegué cuando dijo que era todo gratis.
Es por eso que no puedo concentrarme en mi trabajo, además, en viernes ¿quién carajos quiere trabajar? A mi lado un compañero está escuchando Bob Marley tan fuerte que dan ganas de prender un churro y mandar la mente a otra cosa mariposa. Si eso no fuera suficiente, justo al otro lado hay un olor a garnacha provocado por un grupo de ocho personas tragando chilaquiles de La Raclette.
Pero bueno, este es el inicio de mi fin de semana donde hasta ahora, todo pinta bien.
Es por eso que no puedo concentrarme en mi trabajo, además, en viernes ¿quién carajos quiere trabajar? A mi lado un compañero está escuchando Bob Marley tan fuerte que dan ganas de prender un churro y mandar la mente a otra cosa mariposa. Si eso no fuera suficiente, justo al otro lado hay un olor a garnacha provocado por un grupo de ocho personas tragando chilaquiles de La Raclette.
Pero bueno, este es el inicio de mi fin de semana donde hasta ahora, todo pinta bien.
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