Adelitas del Sur.
Gracias a que hace 195 años decidimos e hicimos un buen desmadre para ser independientes, este pasado fin de semana fue largo, siendo que hoy lunes me siento con ganas de trabajar. Algo, en verdad, extraño.
Pero más extraño aún, fue cómo celebré el jueves el 15 de septiembre por la noche. Todo inicio con mi nula preparación para tan mexicano acontecimiento, sólo pensaba en qué iba hacer con los demás días libres porque no tenía planeado gastar, y como todo lo bueno normalmente cuesta, pensé mejor en descansar, casi no moverme y ni respirar, pero carajo, esta formación guerrera-todo-hasta-desvariar, fue la que me orilló a reventar en un antro indescriptible.
El lugar se llama Don Quintín y está en Mundo E, una plaza comercial igual de estrambótica que la mentada covacha. Todo en Satélite es así, una aberrante combinación de estilos sin ton ni son, que a falta de una exacta descripción, toma el nombre del lugar así como todo lo referente a ella: Sateluco.
Así es Don Quintín, un combinación de bar-discoteque-centro nocturno; un estilo completamente popular, de lo que está de moda, de lo pasajero sin ninguna intención de quedarse en el recuerdo. Ahí da igual escuchar a Rebelde, pasando por quebraditas, electrónica y Miranda, hasta música en vivo con covers de Elefante combinado con el Tri.
Para cerrar este cuadro perverso, los integrantes del grupo estaban disfrazados de revolucionarios y, cuando sus dos delgadas y bien formadas “cantantes” nos pidieron con un tono bonaerense que celebráramos con ellas la independencia de México , todos nos atragantamos con el chupe, por lo que inmediatamente aclararon que era con mucho respeto. Mismo que se rompió cuando nos motivaron a dar un grito mexicano, ya que además del clásico ¡Ajuaaaaa, Viva México! Hubo muchos otros que con gamberra voz tequlilera les gritaron ¡Chinga tu madre!
Ni los satelucos que casi todo perdonan por un par de viejas buenas, apoyó la idea de celebrar nuestra independencia con una nueva invasión, la de modelos argentinos. Que es lo mismo que argentinos desempleados con una seguridad que me desconcierta.
Pero más extraño aún, fue cómo celebré el jueves el 15 de septiembre por la noche. Todo inicio con mi nula preparación para tan mexicano acontecimiento, sólo pensaba en qué iba hacer con los demás días libres porque no tenía planeado gastar, y como todo lo bueno normalmente cuesta, pensé mejor en descansar, casi no moverme y ni respirar, pero carajo, esta formación guerrera-todo-hasta-desvariar, fue la que me orilló a reventar en un antro indescriptible.
El lugar se llama Don Quintín y está en Mundo E, una plaza comercial igual de estrambótica que la mentada covacha. Todo en Satélite es así, una aberrante combinación de estilos sin ton ni son, que a falta de una exacta descripción, toma el nombre del lugar así como todo lo referente a ella: Sateluco.
Así es Don Quintín, un combinación de bar-discoteque-centro nocturno; un estilo completamente popular, de lo que está de moda, de lo pasajero sin ninguna intención de quedarse en el recuerdo. Ahí da igual escuchar a Rebelde, pasando por quebraditas, electrónica y Miranda, hasta música en vivo con covers de Elefante combinado con el Tri.
Para cerrar este cuadro perverso, los integrantes del grupo estaban disfrazados de revolucionarios y, cuando sus dos delgadas y bien formadas “cantantes” nos pidieron con un tono bonaerense que celebráramos con ellas la independencia de México , todos nos atragantamos con el chupe, por lo que inmediatamente aclararon que era con mucho respeto. Mismo que se rompió cuando nos motivaron a dar un grito mexicano, ya que además del clásico ¡Ajuaaaaa, Viva México! Hubo muchos otros que con gamberra voz tequlilera les gritaron ¡Chinga tu madre!
Ni los satelucos que casi todo perdonan por un par de viejas buenas, apoyó la idea de celebrar nuestra independencia con una nueva invasión, la de modelos argentinos. Que es lo mismo que argentinos desempleados con una seguridad que me desconcierta.
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