miércoles, diciembre 07, 2005

Soldados del amor.

Casi todos los hombres, en algún momento de nuestra vida, hemos sufrido por el amor de una mujer. Es invariable, pero cuando sucede por primera vez que es común en la pubertad, este tórrido sentimiento provoca que nuestra simple vida hasta entonces, se vuelva desgraciada e interesante.

Al paso del tiempo, si uno no ha aprendido lo suficiente de los desaires, éstos dejan de ser interesantes para pasar a ser sólo desgraciados, por lo que nos ponemos las pilas y poseemos a la musa en cuestión, pasamos a la otra o de plano nos damos un tiro. Pero dejamos de sufrir. Bueno, esa es la idea.

Pero en esto del amor, los hombres podemos lograr barrabasadas dignas y tan grandes como nuestra calentura. Existen muchos casos en nuestro género que son una clara muestra de que podemos pensar con lo único que tenemos de excedente respecto a las mujeres.

En los últimos años, la mercadotecnia ha influido tanto en los hábitos de los machos, que algunos se han visto obligados a modificar su práctica de eructos, pedos y rascado de huevos para pasar al refinamiento. Ahora es más frecuente ver güeyes con rayitos, ropa pegada y cosas así; sin darse cuenta que la línea entre el metrosexual y ñerosexual, es muy delgada. Esta sofisticación de comportamiento, a diferencia de los gays, es que los metro y los ñero, hacen todo esto para tratar de ligarse a más viejas. Se han redimido y han dispuesto nuevas estrategias para asegurar una conquista, dejando a un lado el clásico acto de seducción a la machoman.

Pero el hombre que sigue siendo rudo y que bebe cerveza en vez de vino, que prefiere el fútbol al teatro, ese que no entiende la diferencia entre el Lo-Fi y Trip Hop porque prefiere el Rock y sus derivados, es el perfecto soldado del amor.

Este tipo de hombres pueden pasar años soñando con una mujer, pero muchas veces ni siquiera hacen el intento de hablarle. Idolatran la figura femenina y al mismo tiempo la aborrecen al creer que no son sensibles como ellos. Aseguran que las mujeres son frías y calculadoras, pero al mismo tiempo morirían por su cariño.

Los soldados del amor, casualmente, se enfocan en las que no les hacen caso. Si da la casualidad que alguna les da entrada, suelen perder todo interés, porque claro, tienen que hacerlos sufrir para que sientan que la chava vale la pena. Por esta incomprensible razón, normalmente están solos.

Para rescatar de las líneas del desprecio a estos brillantes y valientes militares del corazón, es necesario una heroína con el suficiente coraje. Una que esté igual de chalada y que quiera jugarse el pellejo, ya que las posibilidades de salir mal herida son muy elevadas.

A mí, por buena suerte, tuve a bien encontrarme con una bella y noble adelita, que después de una guerra sin cuartel, su bondad logró rescatarme de las profundidades de la autodestrucción permanente.

Por eso, le estaré eternamente agradecido.

4 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Ahora si se me salieron las de cocodrilo...

Esto es algo con lo que muchos nos identificamos en algun momento de nuestra vida.

Gracias por interpretar tan claramente las ideas y sentimientos con las palabras

8:05 a.m.  
Anonymous Anónimo said...

Esta sí que es una historia verdadera. Una historia de amor de la que muchos somos testigos. A mí también casi se me salen las de cocodrilo. A la adelita y su guerrero, un abrazo fuerte y mucha felicidad.

10:46 a.m.  
Blogger Bato said...

curiosamente escuche en la radio que ya paso el metrosexual, que ahora viene de moda el nanosexual, que es una especia de hombre viril de cerveza y futbo, pero que es muy decente y preocupado por su familia y la gente a la que quiere...así, que estás de moda, y eres un perfecto nanopirata!!! Chido el escrito. Saludos y enohrabuena la felicidad!!!

9:37 a.m.  
Blogger simalme said...

Qué real y hermoso texto. Me has hecho darme cuenta, además, de que estoy chalada. Algo que olía pero no quería creer.

6:12 a.m.  

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