miércoles, febrero 15, 2006

Súpercachondo

Eso se decía Antonio mientras contemplaba su pecho, brazos y todo lo que su vista podía abarcar desde la silla en la que estaba postrado. “Soy súpercahcondo, soy súpercaliente” se pavoneaba. Cuando por fin recordó que estaba en una comida y que la gente con la que compartía mesa le observaba con una fijación que dividía las opiniones entre la risa y la vergüenza, él por fin dijo “y estoy pedísimo”.

Antonio es uno de los amigos más entrañables y desde hace años tengo el gusto de contemplar la abrasadora imagen que tiene de sí mismo. Por eso, he tratado de convencerlo que lo suyo es la pornografía. Siempre, incluso cuando su mente lo abandona y sólo su cuerpo está presente, se le prende el piloto automático en muy caliente.

A simple vista tiene todo lo que un actor de ese calibre exige. A vista detallada no canta mal las rancheras. Esto lo sé porque en el año que compartimos la renta de una casa, las visitas de sus diferentes amiguitas eran muy frecuentes, siendo que todas salían mucho más contentas de lo que llegaban.

Cuando me contaba lo que hacía en sus ratos libres con sus compañeras de pachanga, me costaba trabajo creerle y por eso le pedí pruebas, pensando que su imaginación no tendría sustento.

Pues carajo, pude comprobar que lo sórdido de sus relatos eran mucho más divertidos y verídicos de lo que mi percepción proyectaba. Además, muchas de sus doncellas estaban encantadas tomándose fotos en posiciones que Antonio les ejecutaba cual luchador de la Arena Coliseo. Y pensar que algunos de nosotros luchamos pero por sacar siquiera algún teléfono, este reverendo cabrón las hace llorar pero de gusto.

Además de someter y contorsionar a sus presas, Antonio tiene una actitud de concupiscencia que no suelta al caminar, al mirar y al realizar esos paraditos de modelito depravado. Por eso mismo, su pose de galán de balneario lo hace todo un pornstar en potencia. Además, el as bajo la manga son unos estudios que no logró desarrollar: pasó algunos años aprendiendo las artes de la actuación en el Centro de Capacitación de Televisa.

Vamos, tiene el talento y la soltura para pararse frente a una cámara y fornicar sin arrugarse. Literal. Ya lo ha hecho y yo lo he visto.

Lo malo es que como mexicano de cierta clase privilegiada, él cree que tiene buenos valores morales, y de hacer lo que hace de forma profesional, traicionaría lo que le enseñaron en su casa. Claro, estos valores los ha pisoteados desde hace años, pero lo que Antonio realmente teme es que su familia y algunas amistades a las que estúpidamente les da mucha importancia, conozcan su talentos escondido y lo tachen de lo que realmente es.

De seguir las cosas como están, Antonio como todos los que estamos en edad productiva, seguirá jodiendose todo el día para tratar de llevar una vida más o menos digna. Si me hiciera caso, no negaría su cachonda vocación por “el qué dirán”, podría estar hinchándose de billetes y, sobre todo, me permitiría ser su representante para proyectarlo internacionalmente como el primer actor de la época de oro del cine (porno) nacional. Ya tengo todo planeado.

De no convencerlo, Antonio seguirá tratando de hacer negocios por aquí y por allá a ver si alguno por fin pega. Y yo seguiré soñando en su debut con Jenna Jameson, Sophie Evans o de perdida Lyn May.

2 Comments:

Blogger Bato said...

ja, este es muy bueno... irónica es la contradicción intrínseca de un sexonauta moral...

que tal las palabrejas, eh?

3:37 p.m.  
Anonymous Anónimo said...

Did you know that over 50% of the adult movies sold today are being made by regular, amateur people like yourself.


Una minita chinga!!!!

10:28 p.m.  

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