sábado, diciembre 31, 2005

Perdido

Después de varios días de amanecer en distintos lugares, comienzo a perder no sólo la ubicación del espacio o del tiempo; sino también del sentido.

Al viajar, es normal desorientarse frente a las dimensiones que nos rodean. Cuando uno comienza a despertar en lugares no acostumbrados, el contorno se convierte oblicuo ya que la cama, sillón, catre o suelo donde uno amanece, tienen diferentes alturas que desconciertan, por no mencionar el orden de los diferentes objetos acomodados.

Si uno además experimenta cambios drásticos de horario y abusa de sustancias como el alcohol, que ocasionan un derrumbamiento físico, el amanecer puede ser una absoluta y cruda pesadilla. Aquí podemos notar un claro ejemplo de la subjetividad del tiempo, ya que el incorporarse al mundo, es posible hacerlo a cualquier hora y en donde sea.

Ahora, si todo eso combinado se le agrega un despertar con una ausencia completa de luz (normalmente nunca duermo bajo esas condiciones), la desorientación se convierte en un desconocimiento digno de un recién nacido.

Bajo esas condiciones me he despertado, sin saber quién soy, con quién estoy y por qué coño estoy. Y a pesar de que toda esta conjunción de preguntas puede resultar desconcertante, la angustia no me ha dominado. Al no tener referencias inmediatas de quién soy y todo lo demás, sólo vasta con estar. ¿En dónde?

Eso es lo que me ha tomado unos momentos responder.

1 Comments:

Blogger Bato said...

Recordé algunas ocasiones en que experimenté ese mismo sentimiento, pero estando justo en mi ciudad, mi casa, y en mi cama...

3:21 p.m.  

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