viernes, enero 20, 2006

Lo prohibido.

De las incansables cosas a las que puedo tener acceso, no hay una que sea tan llamativa como las cosas que tengo vedado. Es inevitable. Ahí está el ejemplo de Adán y Eva, que pudiendo meterse todo lo que se les antojara por la orejas, no quedaron satisfechos sino hasta haber probado la fruta prohibida.

Así somos, curiosos por naturaleza, aun cuando la experiencia histórica nos dice que existen cosas que por demás, no vale la pena probar. Incluso cuando la ignorancia nos ha permitido saborear un poco de lo censurado por el conocimiento, es la razón la que hace a lo prohibido súbitamente deseable.

Por otro lado, lo prohibido a veces conoce límites, no es determinante. Esto lo hace más encantador al ejercer un tope en las cantidades de las cosas que nos permitimos. Por ejemplo, me encantaría zambullirme cualquier cantidad de barbacoa con consomé en una sola sentada. Quedar completamente inamovible, perder el conocimiento al seguir masticando esa deliciosa carne. Lo mismo con camarones, almejas, ostiones, pulpos y mejillones preparados de todos las formas existentes en el mundo. Gozaría metiéndome cualquier cantidad de ingredientes que me procuren una realidad divertida o alterna a ésta. Y que decir que me encantaría acostarme con Gisele Bündchen, Halle Berry y Angelina Jolie, y demás; la lista es muy extensa.

Pero claro, esto último no depende de mí.

El deseo y la prohibición son opuestos energéticos. Uno a uno se recrean, se regocijan y me convierten en objeto lúdico. Soy una pieza más en este juego de la vida donde cualquier movimiento del azar puede ponerme en jaque; recordándome la constante de mis convicciones y, por supuesto, de mis limitaciones.

Pero eso sí, este fin no perdono la barbacoa. Sólo tres tacos con su respectivo consomé.

4 Comments:

Anonymous Anónimo said...

No puedo estar más de acuerdo contigo. Lo malo es que de lo prohibido nace la adicción.

10:08 p.m.  
Blogger Bato said...

1 anónimo, deja de ser anónimo
2 Para mi, en realidad no existe lo prohibido, sino la capacidad de elección. El problema es ser malo para elegir...

4:21 p.m.  
Anonymous Anónimo said...

...y de la adiccion la locura.

2:51 p.m.  
Anonymous Anónimo said...

ni modo.. que se le va a hacer, mas que aplicar la autocensura.

malditos excesos, los amo!!!!

2:55 p.m.  

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