martes, abril 18, 2006

De regreso.

De los más de ciento cincuenta mil días que llevo de vida, pocas son las conclusiones que tengo enteramente como propias. El resto lo he aprendido como todos: por imitación, por experiencia ajena, por estudio y por eso que todos los humanos tenemos como resultado de errores de generaciones pasadas y que llamamos sentido común o intuición.

Aun con saber que tal vez permanezca encendido en este planeta otra cantidad similar de días ya que no hay otro lugar a donde ir, todavía tengo la ilusión de adquirir cosas nuevas y auténticas en lo que me resta en este espacio.

Por eso, cuando más viejo me hago, siento un coqueteo por algo que he rehuido desde que me acuerdo y que va más allá de la razón. Por más agnóstico que sea, el entendimiento que me seduce es el misticismo, provocándome un conflicto enorme.

Siempre se me ha hecho ridículo que gente adulta y con estudios universitarios aseguren que existen los fantasmas. Otros que crean profundamente que los extraterrestres son reales y mucho peor que aseguren que se pasean entre nosotros. Y que casi todo los habitantes de Islandia aseveren que los gnomos son verdaderos.

Y bueno, eso sin mencionar las religiones. A mí me gusta creer en Jesús, pienso que sus ideas fueron revolucionarias y que sin duda era un hombre iluminado como Buda; pero si concibo que era hijo de Dios. No lo sé. Si todavía no sé lo que es Dios, ¡por Dios!

Lo que sí sé es que la creencia de las personas en algo sobrenatural es muy normal. Casi en lo que sea. Por eso mi brete se desprende del porqué de mi interés. No del objetivo en sí. Sé que existe algo de lo que me estoy perdiendo, pero hasta ahora sólo tengo una vaga idea de lo que puede ser.

Son las razones del porqué llegué a coquetear con la posibilidad de creer, las que me provocan este dilema. ¿Es una falta de aceptación propia? ¿Es miedo? ¿Es que no soy lo suficientemente lúcido para aceptar que no hay nada más y ya? ¿O es todo lo anterior junto?

De cualquiera de estas preguntas, ninguna de las respuestas me agradan. Mucho menos todas reunidas. Lo único que me queda claro es que lo que necesito aprender no está afuera perdido entre las estrellas o en una dimensión paralela a la nuestra o incluso en la historia. Todo lo que necesito ahora conocer está dentro de mí.