viernes, septiembre 30, 2005

¿Cómo distinguir a un caballito de mar genuino?

Justo ayer recordaba el día que acompañé a mi entonces socio a comprar comida para sus tortugas. Entramos a un acuario grande, atascado de estanques en donde diferentes peces esperaban cambiar su residencia a alguna pecera de dimensiones claustrofóbicas y, con mucha suerte, un decorado como plantas de plástico.

Mientas buscábamos todo lo referente a tortugas, observamos muchos tipos de pececillos, unos con colores vivos, otros de figuras irregulares y uno que otro con cierto parecido a mucha gente que conozco, pero lo que más nos llamó la atención fue un pez que de color amarillo con azul que nadaba de forma oscilatoria.

El animal era de una excéntrico supremo, se parecía a un pez globo cruzado con caballito de mar. Y de los cientos de peces con figuras y colores múltiples del acuario, sólo se nos ocurrió preguntar al dependiente por aquel capricho de la naturaleza.

Cuando comenzó a tratar de explicarnos su nombre se puso un tanto alterado, creí por su actitud que habíamos preguntado algo indebido, pero nuestra curiosidad pudo más y seguimos insistiendo.

El encargado por fin se contuvo y con una paciencia sobresaliente para un personal del mostrador, nos invitó a observar bien al espécimen en cuestión. Al checar línea por línea su textura, nuestra idea sobre él no cambió, continuamos pensando que era lo más sobresaliente que tenía la tienda. Pero también era lo más alejado a la realidad.

No sé por qué la palabra “plástico” todavía me sigue martillando la cabeza después de tantos años. Será porque quedó claro que no puedo tener peces porque sobrepasa mis hablidades más elementales.

martes, septiembre 27, 2005

Con razón no vemos la respuesta soplando en el viento.

Todo lo cubre la nata de contaminación que no permite darnos cuenta que lo mejor que podemos hacer es no vivir aquí.

sábado, septiembre 24, 2005

Jacinto y yo.

Existen ciertas personalidades que aunque no lo esperes entran a tu vida. La de mi vago vecino es uno de esos casos, y la manera que se coló a mi quehacer diario puso a prueba mis conocimientos sobre mí mismo.

Al principio sólo nos saludábamos con cierto escepticismo al encontrarnos en la esquina en donde él normalmente ve el tiempo pasar. Después la familiaridad cedió entre nosotros por ese acercamiento que se da al compartir un tranquila calle de un suburbio decadente.

Esto no significa que conozca profundamente a mi vecino, pero sé que es honesto y noble, pero como todos, tiene defectos. El más grave me preocupaba porque afectaba hasta mi seguridad.

El defecto de Jacinto es un vicio el cual no le interesa cambiar. Por eso, mi primer reacción fue darle la vuelta, situación que puso en duda las bases de mi amistad hacia él, ya que mi vecino me considera su amigo. No soy de los que hace o cambia de amigos fácilmente, por lo que me toma tiempo considerar a un nuevo candidato en lista de regalos, a pesar de que nunca regalo nada.

Darme cuenta de que tenía un nuevo amigo no fue fácil, más porque reconocí que yo no era un buen amigo para él ya que lo inducía a sacar lo peor de sí. Incluso pensé que yo era la causa de su adicción ya que muchas veces por mi culpa su alegre cara se desquiciaba con los ojos rojos inyectados de sangre.

Las malas influencias existen y me descubrí como una de ellas a pesar que no quería causarle ningún pesar al regordete de mi vecino. Pero por más que quise evitarlo, hubo momentos que mi simple presencia lo volvía loco.

No tuve que pensarlo demasiado para saber lo que tenía que hacer. Primero fue reconocer que yo no era el problema. La adicción de Jacinto, como todas los hábitos lacras, es producto de una mal formación que no es posible cambiar si al afectado no le interesa. Él es feliz y yo lo respeto como es.

Y por lo mucho que he llegado a quererlo, no puedo y quiero seguir agarrándolo a patadas.

Por eso, ya no enciendo el motor de mi motocicleta cuando salgo de casa y lo apago justo antes de entrar a la calle, dónde sé que él espera a algún incauto en dos ruedas para seguir regocijándose con su perdición. Sin ruido motorizado que altere su vicio, Jacinto ha logrado reconocerme a pesar de llevar casco. Ahora le puedo acariciar la mollera y él muy contento hasta me mueve la cola. Y tan cuates como siempre.

lunes, septiembre 19, 2005

Adelitas del Sur.

Gracias a que hace 195 años decidimos e hicimos un buen desmadre para ser independientes, este pasado fin de semana fue largo, siendo que hoy lunes me siento con ganas de trabajar. Algo, en verdad, extraño.

Pero más extraño aún, fue cómo celebré el jueves el 15 de septiembre por la noche. Todo inicio con mi nula preparación para tan mexicano acontecimiento, sólo pensaba en qué iba hacer con los demás días libres porque no tenía planeado gastar, y como todo lo bueno normalmente cuesta, pensé mejor en descansar, casi no moverme y ni respirar, pero carajo, esta formación guerrera-todo-hasta-desvariar, fue la que me orilló a reventar en un antro indescriptible.

El lugar se llama Don Quintín y está en Mundo E, una plaza comercial igual de estrambótica que la mentada covacha. Todo en Satélite es así, una aberrante combinación de estilos sin ton ni son, que a falta de una exacta descripción, toma el nombre del lugar así como todo lo referente a ella: Sateluco.

Así es Don Quintín, un combinación de bar-discoteque-centro nocturno; un estilo completamente popular, de lo que está de moda, de lo pasajero sin ninguna intención de quedarse en el recuerdo. Ahí da igual escuchar a Rebelde, pasando por quebraditas, electrónica y Miranda, hasta música en vivo con covers de Elefante combinado con el Tri.

Para cerrar este cuadro perverso, los integrantes del grupo estaban disfrazados de revolucionarios y, cuando sus dos delgadas y bien formadas “cantantes” nos pidieron con un tono bonaerense que celebráramos con ellas la independencia de México , todos nos atragantamos con el chupe, por lo que inmediatamente aclararon que era con mucho respeto. Mismo que se rompió cuando nos motivaron a dar un grito mexicano, ya que además del clásico ¡Ajuaaaaa, Viva México! Hubo muchos otros que con gamberra voz tequlilera les gritaron ¡Chinga tu madre!

Ni los satelucos que casi todo perdonan por un par de viejas buenas, apoyó la idea de celebrar nuestra independencia con una nueva invasión, la de modelos argentinos. Que es lo mismo que argentinos desempleados con una seguridad que me desconcierta.

viernes, septiembre 09, 2005

La noche de la Interpol (segunda parte).

Por fin, al 20 para las 10 de la noche las luces se apagaron, el griterío histérico que sólo la mujeres con los nervios destrozados y los mexicanos en concierto podemos entonar, fue el último toque del cuadro perfecto que pronosticaba un día para recordar.

La neta es que no sé el nombre de la canción con la que comenzaron, no me he clavado mucho con los nombres de la canciones a pesar de que de la banda me encanta y la considero dentro de las mejores 5 en la actualidad, y verla en su mejor momento fue algo especial. La canción fue tranquila y la potente voz de Paul Banks retumbaba en el Mexica, recordándonos mucho la cadencia melancólica de Ian Curtis. Por cierto, muy buena la acústica del lugar.

Creo que la segunda o tercera, tal vez cuarta canción fue “Slow Hands”; rola muy prendida con la que todo comenzó a retumbar por los brincos. El salón está en un segundo piso, por lo que debajo de nosotros había un espacio que pareciera estar esperando para llenarse con nuestros cuerpos en picada. En verdad, todo, hasta la cabina de sonido que estaba en medio de la pista, rebotaba. Esta situación en realidad no fue tanto de disgusto, más bien fue de una impresión que alertó mi sentido de supervivencia, por lo que decidimos irnos un poco más atrás, donde por cierto la vista hacia el escenario era estupenda.

Desde ahí se apreciaba muy bien las luces perfectamente coordinadas con las notas, vocales y movimientos del grupo. Lo muchos pasajes largos de guitarra de Daniel Kessler estaban decorados por una nebulosa morada y roja, que bien representaba una supernova recién reventada. El escenario, la música y la gente me provocaron varios instantes en donde me despegaba del suelo para entrar en un karma mezclado con el espionaje internacional.

La experiencia de INTERPOL en vivo es algo que disfruté a mares, la cual quisiera volver a repetir el 22 de septiembre, ya que el concierto programado para el día siguiente se canceló y lo pasaron para esta fecha. Creo que mi disgusto fue una cuestión de falta de seguridad para la banda.

miércoles, septiembre 07, 2005

La noche de la Interpol.

El lunes por la noche tuve el gusto y el disgusto de poder juntarme con la banda, la cual conformamos varios miles de chilangos, todos inquietos para entrar al salón Mexica del World Trade Center de la Ciudad de México para así gozar de la música de este grupo Neoyorquino.

Mi disgusto comenzó antes de siquiera entrar. Ahí estábamos todos prendidos en la cola que ocupaba la manzana entera, pero después de dos horas de estar formados y no poder entrar, el fastidio comenzó a menguar mi ánimo poco tolerante. Por fin, ingresamos casi corriendo por la única entrada, sí, la única entrada para los 7 mil hijos del quinto patio . No sé quién carajos organizó este concierto, pero seguro tienen tanta experiencia como yo haciendo cazuelas de barro. Bueno, una vez dentro nos dimos cuenta muy tarde que, gracias a esta desorganización, pudimos haber metido una cámara de vídeo y no de las pequeñas. Qué bueno que sólo fuimos los fans de la banda porque de haberlo querido, hasta un cuerno de chivo hubiera sido fácil meter. Todo porque, como faltaba muchísima gente por entrar, dejaron de revisarnos para hacer más ágil el acceso.

Por fin, una vez instalados en el lugar más adecuado según nuestro gusto gracias a la entrada general, pudimos husmear entre los hot dogs y los refrescos. Eso de la entrada general me pareció una excelente idea, toda la tradición de un buen toquín, así pudimos paseaenos por donde quisimos, disfrutando de todos y ningún lugar en particular, todo sin asientos y sin gente que te dijera que te sentaras. Sin duda, el trato democrático o de manada de becerro me llamó mucho la atención y sin duda fue una característica que me hizo decidir visitar a Interpol.

Lo mejor es que una vez que inició el concierto, pudimos seguir decidiendo dónde estar. Quien quiso pudo estar hasta adelante, claro, soportando los codazos y los violentos arrimones de desconocidos, sólo por el gusto de ocupar una excelente vista. Otros, en un ambiente más chill out y acariciando sólo a su pareja, decidió moverse o quedarse más atrás. Fabiola y yo ocupamos un lugar en el suburbio de la gran masa sudorosa.

Cada vez me doy cuenta de mi lugar dentro de la sociedad conforme a mis canas, ya que me dio harta hueva formar parte del jugo humano de las primeras filas, cuando antes era el primero en estar dentro de ese juego. Ahhh la inconciencia de la poca experiencia.


Continuará…

lunes, septiembre 05, 2005

lunes, día maldito.

De los 7 que comprenden la semana, sólo en uno experimento (me consta que no soy el único) la insoportable levedad del ser. Mucha gente comienza a deprimirse en el ocaso del domingo, pero a mí me llega la devastación total al sonar el despertador del segundo día de la semana que es el primer día de trabajo. Desde que me despierto, sólo espero que transcurran tranquilamente las horas que restan del día para poder acostarme, dormir y despertar lo más pronto posible en martes.

viernes, septiembre 02, 2005

Lucerito alguna vez dijo palabras sabias: gracias a Dios es viernes.

Es comienzo de fin de semana, y entre las cosas que más pueden prenderme de la vida laboral, es este efímero tiempo donde todavía no decido si descansar como lagarto al sol o embriagarme hasta quedar inconciente como normalmente me gusta. Definitivamente me voy por lo primero, tengo planes para este fin gracias al patrocinio del trabajo de mi mujer. Ella trabaja en una editorial y parte de su trabajo es organizar congresos en donde se muestran los libros que venden. Pues este fin tiene que visitar un hotel en Querétaro para supervisar sus salones, instalaciones y restarurantes, y yo como soy un gorrón consumado, me le pegué cuando dijo que era todo gratis.
Es por eso que no puedo concentrarme en mi trabajo, además, en viernes ¿quién carajos quiere trabajar? A mi lado un compañero está escuchando Bob Marley tan fuerte que dan ganas de prender un churro y mandar la mente a otra cosa mariposa. Si eso no fuera suficiente, justo al otro lado hay un olor a garnacha provocado por un grupo de ocho personas tragando chilaquiles de La Raclette.
Pero bueno, este es el inicio de mi fin de semana donde hasta ahora, todo pinta bien.

jueves, septiembre 01, 2005

Primer día.

¿Por qué un blog más?

Sinceramente, por terapia. Escribir por sí solo lo es, pero denunciar todos los casos que continuamente nos vemos expuestos sobre las anormalidades que los hombres (género) hacemos sobre otros hombres, creo que me puede hacer comprender, o por lo menos no mal viajarme tan feo por este hecho. Espero poder divertirme con esto, y hacer de este blog, una especie de marranito para no pagar al psicoanalista y no acabar golpeando al imbécil de mi jefe, al que se me cierra en el tránsito, al que tira basura, al policía corrupto.
Bueno pues, ya empecé.