viernes, enero 18, 2008

Cinco y medio.

Desde la época donde el tiempo no era relativo y sí muy puntual, cuando si llegabas 10 minutos tarde no te dejaban entrar a clase, o las largas cátedras hacían que una hora pareciera una burlona pausa cósmica en la energía de un mancebo, así como la espera de calificaciones o vacaciones hacían eternos los días, semanas y meses; pues desde esa época no era primicia para mí medir el paso del tiempo como ahora. Y a diferencia de esa etapa universitaria, ahora el tiempo se va como agua en tierra seca.

Apenas son cinco meses y medio y todavía no me recupero del “te tengo un regalito”, ni mucho menos de la extensión corporal a la altura del estómago de ese cuerpo que tanto me gusta y me hacía pensar hasta hace poco en todo lo lúdico y retorcido que puedo llegar a ser. Ahora sólo me remite y confronta a responsabilidades totales y a lo que seré por siempre.

Dicen que a los hombres -más la primera vez- nos cuesta mucho asumir el hecho que nuestra pareja esté embarazada. Yo no soy la excepción, pero ya me había preguntado cómo sería ese proceso: la espera, el momento de nacer y por supuesto, mi desarrollo como cuidador y educador de otro ser humano, el cual estará expuesto al humor, la sensatez o insensatez y presiones diarias a las que su mamá y yo estaremos sometidos.

Día a día estoy tratando de disponer lo mejor de mi buen juicio y enfoque para no darle la oportunidad al destino a que haga lo suyo y que mi mujer acabe odiándome por desconsiderado. Es verdad, las mujeres embarazadas creen que son las únicas en su condición del planeta. O peor aún, que mi bebé sea educado por sus abuelas, tías, tíos, muchacha de servicio o las cuidadoras de la guardería si bien nos va. Quiero y espero que su mamá y yo seamos quienes le transmitamos lo que creemos que vale la pena en esta vida a Fabio.

Sí, desde hace unos días sabemos que es niño y decidimos llamarlo así en honor a su madre Fabiola, y no a ese retrosexual* actor italiano que a base de repetidos comentarios parecidos a “como ese guapo actor italiano de larga y rubia melena, ¿no?”, que muchos amigos y sobre todo amigas de la generación ochentas tuvieron a mal recordarme.

Pero bueno, para no ahondar en el tema de actores italianos de larga y rubia melena, tenemos entrenada la explicación corta desde hace unas semanas. También desde hace unas semanas por las noches –cuando todavía nuestro hijo no había desarrollado la capacidad de escuchar-, Fabiola ha colocado en su vientre unos audífonos conectados al ipod, escoge el fólder “Fabio” y aprieta play. Al principio, por las vibraciones, nuestro retoño se retorcía como cuando su madre come chocolates o algo con mucha azúcar. Con el paso de los días el pequeño comienza a percibir sonidos y ahora poco a poco y dependiendo de la canción se va quedando pian, pianito, inamovible. O al contrario, parece prenderse desde las entrañas de su mamá.

Le hemos seleccionado una mezcla musical con canciones de cuna como la clásica de Brahms, algo muy tranquilo como “Rainsong” de George Winston o “Stay out of Trouble” de King of Conveniente, pasando por la increíble “Lullaby” de Jack Johnson, además de que no podían faltar el chill out de Chicane con “No Ordinary Morning”, “Remembrance” de Caia y “She Woolf Daydreaming” de Kid Loco. En esta selección incluimos hasta canciones como “One Love” de Bob Marley. De verdad, la música de este señor le puede llegar a las personas incluso antes de nacer.

Ponerle música a mi hijo no nato es darle una introducción de lo que puede ser este mundo, es comenzar a adecuarlo de una buena manera para su próxima participación en la vida, la cual, todos sabemos, puede ser una verdadera monserga si no se está bien preparado. Aunque claro, infinidad de veces aunque lo estés.

En mi caso, mis padres escuchaban mucha música por lo que crecí entre canciones de Cri-Cri para el gusto de mis hermanos y el mío. Pero incluso antes de que sus hijos nacieran, en casa sonaba a buen volumen The Beatles gracias a mi madre y música clásica por mi padre. Las sinfonías de Beethoven, ahora que lo pienso, siempre me han parecido sonidos eternos y naturales como es el correr del aire o agua, así como la lluvia al caer. Tal vez sea porque los escuché desde siempre.

La música por el momento me hace pensar que estoy haciendo las cosas bien. Los "machos" en esta etapa del embarazo no podemos hacer mucho, por más que queramos. Sólo podemos estar atentos en nuestras parejas, tratar de darles más cariños y aguantar vara. Además de tomarle fotos al desarrollo de mi mujer y tratar de ampliar el repertorio musical para Fabio, en este momento soy tan útil como mi apéndice.

Son 5 meses y medio, a veces creo que se han ido demasiado rápido, pero a la vez quisiera que ya naciera mi bebé. Ahora, cuando lo pienso, imploro para que el tiempo sea tan largo como en las clases de “Calidad Total”, para atrasar el cambio que viviremos, el cual me provoca una lógica angustia. Como sea, a diferencia de la etapa de estudiante, esta prueba, la de ser padre, espero tener una humilde aprobación día con día y sin muchas glorias, pero tampoco sin irme a extraordinario. Porque acá no los hay.
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* En la década de los ochentas había algo parecido a los metrosexuales, pero por ser muy escasos como este mentado Fabio, los medios no los agrupó y bautizó, pero a falta de mejor descripción creo que el mejor término es retrosexual, en consideración a que en el presente se les denomina metrosexuales.